Revelación hallada en el Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo

De la Revelación que fué hallada en el Santo Sepulcro de Ntro. S. Jesucristo la que tiene el Sumo Pontifice en su Oratorio, y el Rey Felipe IV en una lámina de plata y dice:
Que estando Santa Brigida, y Santa Isabel, Reina de Hungría después de haberle hecho una rogativa a Ntro. S. Jesucristo, deseosas de saber su pasión Santisima, se les apareció el Señor, y les dijo las palabras siguientes:

«Sabed mis queridas hijas que los soldados que me aprehendieron fue- ron doscientos uno; que me llevaron preso veinticinco, diéronme ciento diez empellones para levantarme, ochenta golpes diéronme en la boca, ciento cincuenta en el pecho y cinco mil seiscientos azotes me dieron amarrado a una columna. Quedaron en mi cuerpo ciento y una llagas y mil seiscientos agujeros mortales. Cai con la Santa Cruz tres veces, y la sangre que derramé fueron trescientas mil seiscientas setenta gotas».


Cualquiera persona que rezare siete Padres Nuestros y siete Avemarias por espacio de doce años hasta que cumpla el número de gotas que derarmé, le concedo cinco gracias:
  • La primera, rémisión de todos sus pecados. 
  • La segunda, será libre de las penas del Purgatorio. 
  • La tercera, que si muere antes de cumplir los doce años, será como si los hubiere cumplido. 
  • La cuarta, bajarė del cielo a la tierra a recibir su alma en mis brazos gustosamente con la de sus parientes. 
  • La quinta que los que trajeren consigo esta copia, serán libres del demonio y no morirán de muerte repentina y en cualquier casa que la hubiere no habrá visiones diabólicas.

La mujer que trajere consigo esta copia estando de parto, partirá sin peligro.

OFRECIMIENTO
Señor mio Jesucristo, Dulcisimo Padre mio, yo te ofrezco estos siete Padre Nuestros, y siete Ave Marías en honra y gloria de tu Pasión Şantisima, y de las gotas de la sangue que derramaste. y por ellas te ruego imprimas en mi corazón la memoria' de tus llagas para que aborreciendo mis culpas, que fueron la causa de tus tormentos, merezca una muerte dichosa para ir a alabar tus grandes miserıcordias en la gloria.

El que trajera esta copia pondrá su nombre y apellido; el día, mes y año.

Este cuaderno va aumentando con trescientos días de indulgencias concedidos por N. S. P. Benedicto XI, y doscientos por el Sr. Obispo D. José Ma. del Refugio Guerra, de la Ciu dad de Zacatecas, quien encarga a todos los católicos que al tiempo de que se vean en peligro digan estas palabras que han sido copiadas de la Sta. Carta Pastoral de Roma.

Estas son las palabras:
«Benditas y alabadas sean las Hostias de Dios consagradas que hoy en este día se han quedado en todos los templos; así se aparten de mí las malas horas, los malos vecinos, y las lenguas murmuradoras, cualquier desgracia que esté en contra de mi, venga un aire y se la lleve a la región del olvido».


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